Hace algunos años, trabajé en una agencia de diseño web como jefe de producto. Lo que más me gustaba de mi trabajo, era trabajar en el producto con nuestro equipo y los clientes. Desafortunadamente, esto era solo el 10% del trabajo que me tocaba hacer. La mayor parte del tiempo estaba intentando controlar el constante flujo de cosas. Entre ellas me mantenía al día con las notas de las reuniones e intentaba que las noticias de tecnología no me dejaran atrás.
Mentalmente estaba agotado. Me iba a casa sintiendo que no había logrado prácticamente nada. Una vez que dejé la agencia y comencé a trabajar por mi propia cuenta, cambié mi enfoque hacia el consumo. Descubrí formas de eliminar el ruido y las distracciones que me rodeaban cuando intentaba concentrarme en mi creatividad. El resultado fue encontrar tiempo para lo que más me importaba. El último año había sido el más productivo de mi vida. Esto se le debía a que había entendido la importancia de la disminución en lo que consumo. Como efecto colateral, también descubrí nuevas maneras de detener la acumulación.
¿Cómo sucede la acumulación?
Uno colecciona cosas por cualquier cantidad de razones. Ya sea porque piensas que lo necesitarás después, porque tienen valor sentimental o porque fue caro comprarlo y sientes que debes mantenerlo, aun cuando hace meses o incluso años que no lo usas. Puede que estés aferrado a ese libro que compraste hace un par de años y jurabas que leerías sin falta o a ese fabuloso par de zapatos que esperan la ocasión ideal para ser usados.
No obstante, la realidad es que probablemente comprar esas cosas fue un error y le haces daño a tu cerebro al intentar hacer la paz con este hecho. Investigadores de Yale identificaron recientemente que un par de áreas cerebrales asociadas con el dolor, el córtex del cíngulo anterior y la corteza insular, responden ante el pensamiento de perder pertenencias con las que uno siente una conexión.
Esta es la misma área cerebral que reacciona cuando uno siente el dolor físico de una cortada con papel o de beber café muy caliente. El cerebro percibe la pérdida de las pertenencias como un dolor físico. Y resulta que entre más esté uno encariñado con una cosa, más difícil es dejarla ir.
¿Por qué Apple deja que toques sus artículos?
Cuando se habla de cosas tangibles, muchas veces basta solo con tocarlas para que uno se empiece a involucrar emocionalmente ellas. En un estudio hecho por la Universidad de Illinois y la Universidad de Ohio, investigadores le dieron a los participantes tazas para tocar y examinar antes de formar parte de una subasta. Los investigadores dejaron que los participantes “convivieran” con sus tazas por diferentes lapsos de tiempo para saber si esto tendría algún efecto sobre la cantidad de dinero que los participantes estarían dispuestos a gastar para recuperar sus tazas.
Los resultados del estudio mostraron que los participantes que pasaron más tiempo con sus tazas estuvieron dispuestos a pagar hasta 60% más por sus tazas que aquellos que pasaron menos tiempo con las suyas. En conclusión, el estudio mostró que entre más se tenga contacto físico con un objeto, más grande es el valor que uno le asigna al mismo.
La compañía Apple conoce este efecto. De hecho, este es la razón por la cual diseñaron brillantemente sus tiendas de la forma en la que lo hicieron, para permitirle a los clientes construir un vínculo emocional con sus productos.
El autor Carmine Gallo escribe actualmente un libro acerca de las tiendas Apple. Gallo explica que todo dentro de estas tiendas está diseñado para ser tocado y utilizado, como si fuera nuestro. Gallo escribió:
«La principal razón por la que las pantallas de las computadoras de Apple siempre están ligeramente anguladas es para que los clientes las ajusten y acomoden en sus ángulos ideales. La experiencia de «propiedad” es más importante que la venta en sí.»
Cuando se compra un nuevo artículo, inmediatamente se le da un valor, valor que más tarde dificultará deshacerse de este. Es precisamente esta conexión psicológica con las cosas lo que lleva a la acumulación de bienes.
El impacto en el cerebro de la acumulación.
Ya sea en el closet o sobre el escritorio de la oficina, el exceso de cosas puede tener un efecto negativo en la habilidad para concentrarse y procesar información. Eso es exactamente los que los neurocientíficos de la Universidad de Princeton encontraron cuando observaron el desempeño de personas que trabajaban en un ambiente ordenado contra aquellos que lo hacían en uno desordenado. Los resultados mostraron que ver físicamente las cosas acumuladas roba la atención, lo que resulta en un desempeño mediano y mayor estrés.
Por otro lado, un equipo de investigadores de la UCLA observó a 32 familias de Los Ángeles y encontró que las hormonas del estrés aumentaron en las madres durante los momentos en los que tenían que cuidar de los suyos. De forma similar a lo que el multitasking provoca en el cerebro, la acumulación de bienes sobreestimula el cerebro, haciendo sentir a las personas estresadas y con la capacidad de pensar creativamente, mermada.
No solo se acumulan cosas.
Los archivos en tu computadora, las notificaciones en Twitter y Facebook y cualquier cosa que repique durante la noche, roba tu atención. Esto crea una especie de acumulación digital que desgasta tu habilidad para concentrarte y llevar a cabo tareas creativas. Mark Hurst, autor de Bit Literacy, un best seller del New York Times acerca del control de la información en la era digital, lo dijo todo cuando escribió:
«Los bits son el nuevo material”
Cuando se tienen asuntos que hacer constantemente flotando alrededor de la cabeza, o escuchas tu teléfono repicar o vibrar cada pocos minutos, el cerebro ni puede entrar de lleno en el proceso creativo ni puede procesar experiencias. Cuando el cerebro tiene muchos “pendientes”, su concentración se divide. ¿Cuál es el resultado? Uno se convierte muy malo en algunas cosas, como:
- Discriminación de información
- Cambiar de temas sin problemas
- Tener una memoria de trabajo adecuada
El sobreconsumo de lo digital tiene el mismo efecto en el cerebro que el sobreconsumo físico.
Encontrando la tormenta perfecta
A mí me gusta mantener las cosas limpias, pero aun cuando limpiaba mi cuarto a la máxima perfección posible, mi mamá siempre decía que mi cuarto era un desastre. La tolerancia de cada quién al desorden es diferente. Investigadores han encontrado que algunas personas necesitan un poco de desorden a su alrededor para sentirse inspirados y poder trabajar.
Un escritorio limpio puede ser percibido como una zona pasiva, señal de que no hay ningún trabajo llevándose a cabo.
Si vemos una foto de la oficina de Steve Jobs, no es exactamente la imagen del visionario-minimalista-zen que todos esperaríamos.
También está el ecologista Graham Hill. Él cambió su mansión por un departamento de 130 metros cuadrados en el que solo hay lo esencial. En su cocina apenas hay doce platos de ensalada y algunos utensilios.
En una entrevista con el New York Times declaró:
«Me gustan las cosas tanto como a todo el mundo. Estudié diseño de productos en la escuela. Me gustan los aparatos electrónicos, la ropa y toda clase de cosas. Pero mi experiencia me ha enseñado que después de un punto las cosas empiezan a reemplazar a las necesidades emocionales.»
Aunque que el acumulamiento ha mostrado efectos negativos en el desempeño de las personas, es la propia percepción de éste la que importa, no la de las otras personas.
Si tener un cuaderno o una foto sobre tu escritorio no se siente como desorden, no lo es. Uno debe buscar crear espacios que le den tranquilidad.
Editando el ruido: Cuatro formas de manejar el desorden
Existen millones de fuentes de información, tantas como existen cosas que consumir. Por lo tanto es importante encontrar la forma de controlarlas para de esta forma dejar tiempo para lo que sí importa.
Yo tengo cuatro pasos que han funcionado para mí:
Unos de los principios del buen diseño son los límites. Uno puede aplicarlos a un sistema para controlar el consumo. Por ejemplo, puedes poner un límite al número de personas que se sigues en Twitter. Tambén puede limitar el número de libros que compras o a las aplicaciones que instalas. Yo tengo un límite de 200 personas en Twitter y no compro un libro hasta haber terminado el anterior. Además, no compro ni descargo ninguna aplicación que no necesite.
Siempre habrá más información disponible de la que se puede “consumir”. Por lo tanto es importante poner límites para no solo pasar por la información como si nada. Se debe disfrutar lo que se consume.
- Usa pequeños espacios de almacenaje.
Reducir el espacio en el que se guardan cosas puede hacer maravillas para los límites del consumo. Elimina 10 ganchos de tu closet y utiliza una bolsa pequeña al viajar. ¿De verdad necesitas un closet tan grande para tus zapatos? Intenta eliminar espacios de almacenaje y rápidamente podrás identificar lo verdaderamente necesario.
- Revisa mensualmente tu vestidor
Al menos una vez al mes revisa tu vestidor e identifica las prendas que no has utilizado. Si es verano y hay playeras, shorts o zapatos que no utilizas, mételas en una bolsa y véndelas o regálalas.
Otra opción es intentar deshacerse de una cosa a la semana hasta dejar solo las cosas que si utilices.
- Limpia diariamente el escritorio de tu computadora.
Si trabajas en una computadora y cada vez que la enciendes la pantalla está llena de basura, se creará una sensación de inquietud constante. Al final de cada día, quita todos los archivos que hayas colocado en el escritorio de tu computadora. Si no hay una carpeta en la que puedas ponerlos, crea una para colocar ahí esos archivos “perdidos”.
El desorden y el acumulamiento, físico y digital, son algo con lo que se tiene que lidiar siempre. No obstante esto no significa que no pueda ser controlado. Encontrar modos de controlar el consumo y usarlo a nuestro favor nos empodera y libera nuestras mentes. El resultado es un espacio para crear y experimentar la vida sin tener que llenar constantemente nuestras tazas con el azúcar de otras personas.