Cuando el sentimiento supera al lenguaje
Ser madre o padre es experimentar una sacudida interna que nadie te explica del todo hasta que tienes a tu hijo en brazos. Hay días en los que el amor se desborda y un simple «te quiero» se siente pequeño, casi insuficiente para abarcar el miedo, la esperanza y la alegría que provoca verlos crecer.
La poesía no es solo para libros o salones de clase. Es una herramienta poderosa para nombrar lo que sentimos. Muchos autores vivieron estas mismas emociones intensas y las plasmaron en sus versos. Compartir estos poemas con tus hijos –en una carta, una nota en el refri o leyéndolos antes de dormir– conecta directo con sus sentimientos.
Aquí te propongo algunos poemas para diferentes etapas de la crianza.
La ternura de Gabriela Mistral
Gabriela Mistral plasmó en sus versos la conexión física y el cuidado de una madre. Su poema «Caricia» es ideal para esos ratos tranquilos, cuando el mundo se detiene y solo importan tú y tu hijo.
«Madre: madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…»
Habla de cómo juegan, del apego fuerte y de ese cariño mutuo de los primeros años. Cuando se lo lees a tu hijo, le transmites: «lo nuestro es un lugar seguro».
Kahlil Gibran y el arte de soltar
Quizás uno de los retos más duros de la paternidad es entender que no criamos a los hijos para nosotros, sino para el mundo. El poeta libanés Kahlil Gibran, en «Tus hijos no son tus hijos», ofrece una verdad que duele, pero alivia.
«Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.»
Este poema es ideal para hijos adolescentes o adultos jóvenes. Compartirlo es reconocer su independencia, decirles que confías en su camino y que tu amor los impulsa, no los retiene.
José Martí: El padre como refugio
El cubano José Martí dedicó todo un poemario, Ismaelillo, a su hijo. Sus versos no son cursis, son una muestra de cómo proteger a un hijo en un mundo que a veces asusta.
En «Hijo: Espantado de todo», Martí muestra que no es un superhéroe invencible, sino un lugar seguro y lleno de afecto:
«Hijo:
Espantado de todo, me refugio en ti.
Tengo fe en el mejoramiento humano,
en la vida futura, en la utilidad de la virtud,
y en ti…»
Le dices a tu hijo que es tu fuerza, tu motivo para creer que las cosas siempre pueden mejorar. Imagina escribirlo en una tarjeta cuando atraviesan un momento difícil o un cambio importante.
Haz que las palabras cuenten
No dejes que estos poemas se queden en la pantalla. La tecnología es práctica, pero el papel guarda algo especial. Copia uno de estos fragmentos a mano y déjalo bajo su almohada o dentro de un libro que esté leyendo.
Hoy, en un mundo tan rápido y digital, tomarte el tiempo de elegir y regalar estas palabras es un gesto de amor real. Les das palabras para nombrar lo que sienten y, más importante, la seguridad de tu amor siempre, sin importar qué pase.
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