Descubre la magia de los cuentos: beneficios para tus hijos y tu vínculo familiar

Contar cuentos: mucho más que un ritual nocturno

«Cuéntame un cuento». Esa frase, común en casas de todo México antes de dormir, esconde algo más que solo ganas de alargar el día. Leer o narrar una historia juntos crea un momento especial. No hacen falta grandes producciones ni libros caros; la voz de mamá o papá es suficiente para estimular la mente de un niño.

Cuando abres un libro, le presentas a tu hijo palabras que no siempre aparecen en la conversación diaria. Términos como «gigante», «hechizo», «lejano» o «astuto» los aprenden de forma natural. Al escucharlas en su contexto, los niños amplían su vocabulario y mejoran su forma de expresarse, sin que parezca una lección.

La imaginación se ejercita

A diferencia de ver un video en una tableta, que ya muestra todo visualmente, escuchar una historia hace que el cerebro trabaje. El niño debe imaginar cómo es el bosque encantado o de qué color es el dragón. Esto fortalece su capacidad de visualizar y ser creativo.

La curiosidad natural del niño crece con cada página. Preguntas sencillas como «¿Qué crees que hará el conejo ahora?» o «¿Por qué crees que la niña está triste?» convierten una lectura pasiva en un momento para pensar. Así, los niños aprenden a predecir lo que puede pasar y a entender por qué suceden las cosas.

Un simulacro para la vida

Las historias son como un pequeño simulacro seguro de la vida. A través de los personajes, los niños conocen emociones como el miedo, la envidia, la tristeza o la valentía. Cuando ven que un personaje supera un problema, aprenden a enfrentar sus propios conflictos.

Si el protagonista logra vencer el miedo a la oscuridad o compartir sus juguetes, el niño entiende que hay soluciones. Así se enseñan valores y empatía. Al imaginarse en el lugar del personaje, aprenden a reconocer lo que sienten los otros, una habilidad importante para convivir.

Conexión sin distracciones

Uno de los mayores beneficios es que fortalece el lazo familiar. Vivimos a las carreras, entre el tráfico, la escuela y el trabajo. El momento del cuento nos invita a detenernos. Durante 15 o 20 minutos, no hay notificaciones de celular ni pendientes de la oficina.

Esa atención exclusiva le hace sentir al niño que es importante. El contacto físico, como sentarse juntos o abrazarse al leer, le da una sensación de seguridad y protección. Lo importante no es narrar a la perfección, sino compartir ese instante.

Consejos para empezar hoy

Para integrarlo en la rutina, solo hace falta constancia:

  • Establece un horario: La noche suele ser ideal porque ayuda a bajar el ritmo antes de dormir, pero cualquier momento tranquilo del día funciona.
  • Dales el control: Deja que ellos escojan el libro, incluso si es el mismo que ya leíste tres veces seguidas. La repetición les da seguridad y les ayuda a memorizar estructuras.
  • Inventa historias: Si no hay un libro a la mano, usa anécdotas de tu propia infancia o inventa personajes. A los niños les fascina escuchar historias sobre cuando sus papás eran pequeños.

Leer juntos es una forma valiosa de dedicar tiempo a tus hijos. Esos minutos se convertirán en recuerdos importantes y contribuirán a su crecimiento emocional e intelectual.

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